domingo, 2 de agosto de 2009

Crece el fenómeno de la “violencia silenciosa” en las Instituciones Educativas

Se llama “bulling” y es un fenómeno que produce violencia social.

Nadie en el curso entendía lo que estaba pasando. En un ataque de ira, Leonardo (el nombre es ficticio), uno de los mejores y más tranquilos alumnos de la clase, amenazó a sus compañeros con traer un arma para agredirlos. Pasada la sorpresa, los miedos y las conclusiones del momento, se conoció la verdadera causa de tal reacción. En silencio y desde hacía meses, el niño era víctima de burlas y persecuciones constantes por parte de ese grupo de chicos.

Poco se habla de esta “violencia silenciosa”, que por lo general pasa desapercibida. Sin embargo es un fenómeno que avanza en colegios de todo el mundo y suele ser la antesala de hechos graves, como los acontecidos en los últimos meses en el país. Se la conoce con el nombre de “bulling” o proceso de intimidación, que es la traducción que le asignan los especialistas locales.

El bulling aparece como el tipo de violencia más frecuente en los colegios.

“El 70 por ciento de los estudiantes reconoce haber participado de procesos de intimación; ya fuera como víctima, como victimario o como espectador”. Se considera que al aumentar la violencia en el entorno cotidiano del niño, es muy problable que la percepción de este hostigamiento o burlas hoy sea mayor.

El bulling se da cuando un alumno o grupo mantiene una conducta de persecución física y/o psicológica contra otro, al que elige como víctima de repetidos ataques. Romper o esconder objetos personales, dejar mensajes escritos, burlarse de señales personales, colocar apodos, planear citas o amenazas a escondidas son algunos de los métodos que elige el victimario y, que generalmente, pasan desapercibidos para el docente.

El problema es que, si las acciones son constantes y se suceden en un tiempo prolongado, el alumno intimado difícilmente podrá salir de la situación por sus propios medios. Entonces, la víctima empieza a mostrar bajo rendimiento, fobia de ir al colegio (ausentismo), tristeza o depresión y pérdida del autoestima. Si estos indicadores son desatendidos y existen factores agravantes, el hostigamiento puede derivar en cuadros de neurosis, reacciones muy violentas o hasta en el suicidio.

Este tipo de persecución es más común en niños de 6to a 9no año y tiende a disminuir en la media (10° y 11°). “Primero se elige una víctima -generalmente caracteres débiles, inseguros, introvertidos o sobreprotegidos-y después se busca una característica para victimizarlo. Pueden ser sus anteojos, su condición económica, la obesidad, etc”. Lo cierto es que, en este juego psicológico, no sólo pierde la víctima. También sufre el observador, que no se anima a denunciar por temor a ser incluido en el hostigamiento.

En estos casos, es fundamental que padres y docentes estén atentos para percibir cambios en la conducta del niño. Es muy común que el maestro sea el primer sorprendido cuando, por su magnitud, la situación sale a la luz. Un sondeo mostró que la escuela es la última en enterarse: los estudiantes lo confiesan primero a sus amigos, luego a sus padres y, por último, al docente.

Para los especialistas, es lógico que el maestro no pueda prever cuándo las burlas e ironías propias de la edad, se convierten en intimidación. “No han sido formados para identificarla, sin contar que pesan sobre ellos muchas obligaciones, responsabilidades y burocracia”, explicó. Es significativo el hecho de que entre las respuestas a las entrevistas -realizadas por especialistas había pedidos de auxilio por parte de algunos alumnos y hasta reproches a los maestros por apañar la situación.

“Es crucial incluir este fenómeno en los debates sobre la violencia escolar. Lo que no podemos olvidar es que la violencia es una conducta aprendida que bien se puede desaprender”, Esta mirada es necesaria si se tiene en cuenta que la OMS habla de violencia como la pandemia social y el principal problema del siglo XXI.

Cabe recordar que el bulling comenzó a estudiarse en Noruega por el investigador Olweus, quien lo llamó mobing, por el auge de los estudios sobre depresión laboral. Después devino en bulling, término inglés que deriva de bully (bravucón, matón).
Prevenir (Padres)

Cómo detectarlo. Hay que prestar atención a ciertas actitudes de su hijo como:

-No querer concurrir al colegio.

-Cambios notorios en su rendimiento escolar y escasez de amigos.

-Pedidos extra de dinero.

-Falta de interés en organizar actividades con sus compañeros.

-Llegada del colegio con daños materiales (vestimenta o material de estudio).

-Estado de ánimo triste o irritable, presencia de síntomas físicos, especialmente por la mañana antes de ir al colegio o repetición de enfermedades.

-Mantener un diálogo fluido con el niño.

-Reflexionen juntos sobre la violencia que se ve en la televisión, en juegos de video o de la computadora.

-Conocer a los amigos de sus hijos: averigüe qué es lo que hacen, permanezca en contacto con sus padres.

- Tenga bien en claro que la sobreprotección de un hijo es un factor de riesgo, tanto para que se autoperciba como frágil como para que se convierta en victimario.

- Concurra al colegio ante alguna sospecha de que su hijo esté siendo intimidado.

Fuente: http://weblog.mendoza.edu.ar/noticias/archives/002411.html

Nota: Para los compañeros docentes de la IEU San José (El bulling un tema excelente para el estudio y la realización de un diario de campo investigador).

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